Te fui a buscar al aeropuerto, ¿sabías?
No, cómo vas a saber.
Miré los vuelos que salían de Ezeiza a Canadá ese sábado. Supuse que el viernes no te ibas a querer perder la cena en lo de tu abuela y el lunes ya debías estar en el trabajo. Quizás supuse mal y fui, muy arrepentida pero más confundida aún, a buscarte. Paré al costado de la ruta unos 100 metros antes del peaje, me pregunté qué mierda estaba haciendo, si ya era tarde. Una parte de mí deseaba no cruzarte para no tener que enfrentar la situación de estar parados frente a frente y yo no tenga nada que decirte. Igual seguí.
Cuando eso no se dio, cuando no nos encontramos y sentí que te había perdido para siempre o por dos años hasta que nos volviéramos a escribir -2 años y para siempre, en este caso, es lo mismo- me largué a llorar sin parar.
Nos amábamos tanto, Benicio. Tuve otras relaciones y que me dieron cosas hermosas, pero no volví a encontrar tu forma de quererme en nadie. Yo sé que hubo cosas malas y que hacia el final nos lastimábamos a consciencia, pero qué amor de no creer.
No tengo nada para decirte, como no habría tenido nada para decirte si por arte de magia hubiéramos congeniado en ese lugar tan propicio para un ataque de pánico que es el aeropuerto. Pero a mí me habría gustado saber que fuiste a buscarme, así que acá estoy, contándotelo.
¿Seguís con la alemana? ¿Cómo está el perrito? ¿Tu trabajo? ¿Sos feliz?
Te mando el beso más honesto que puedas imaginar. Hay momentos en los que te extraño más que en otros. Cuando hace mucho frío, cuando tengo miedo, cuando estoy recién depilada.
(Es francesa, lo sé. Lo mismo da.)
Escribí un mail en el que, con palabras elegantes y formas cuidadas, básicamente te trataba de pelotuda. Después lo borré. En definitiva, siempre me pediste que fuera más comprensivo y menos irritable. O sea que este es el segundo mail que te escribo, hubo un primero que nunca vas a ver, que fue más una descarga brutal que una idea plasmada en letras.
Necesito un mapa que me guíe por el sinsentido que son tus decisiones.
A ver, Amalia. Te propuse vernos, pretendía dedicarte una noche. Ok. Jamás me respondiste. Ok. Fui para Argentina, estuve 5 días. Ok. Nunca nos vimos. Ok. Volví. Ok.
Y ahora, después de un par de meses y como salida de adentro de la heladera, se te ocurre decirme que fuiste al aeropuerto. Te quiero matar, Amalia. ¡¿POR QUÉ NO ME ESCRIBISTE CUANDO ESTABA ALLÁ?! No me importa si las mayúsculas te parecen abusivas, estoy muy caliente. Dejaste nuestro encuentro librado al azar, no sos Meg Ryan, obvio que la jugada no te iba a salir como en las películas.
¿Sabés que pasa, Meg? Mis días en Argentina fueron 120 horas consecutivas de buscarte con la mirada para ver si aparecías de casualidad, de chequear el celular casi constantemente con la esperanza de recibir noticias tuyas, de que suene el timbre de la casa de mi vieja y se me pare el corazón. Escribí con detalle cada una de las actividades del día en Facebook y las hice públicas por si se te ocurría stalkearme, no dejé de esperar que cayeras de sorpresa ni cuando fui a la cancha. Te buscaba desesperado, quise respetar tu silencio a costa de padecer un infierno; llegué al punto de soñar con vos, despertarme y llorar de la frustración que me generaba no tenerte. Estuve a cinco cuadras de tu casa y me bajó la presión.
Y ahora, así, liviana, se te ocurre decirme que fuiste al aeropuerto. ¿Sabés lo que significó volverme a Canadá sin haberte visto? No tenés ni la menor idea de lo que lloré en esas putas horas de avión. No te lo podrías imaginar.
No tengo ganas de entenderte. Esperaste hasta último momento y dejaste nuestra suerte en manos de tus especulaciones. No querías verme, Amalia. Si no, no se explica.
No creo que merezcas mayores detalles sobre mi vida, pero tampoco me voy a hacer el misterioso. En Argentina me enteré que a mi vieja le diagnosticaron cáncer de mama así que cualquier tipo de duda se cerró, me estoy volviendo a vivir allá el miércoles. Tuve que renunciar al laburo pero eso es lo de menos, algo voy a conseguir, y con lo que estuve ahorrando me puedo bancar tranquilo unos meses. Los pibes ya me consiguieron un dos ambientes a estrenar para alquilar y por suerte el auto lo vendí rapidísimo. Tengo casi todo cerrado, estoy viendo el papelerío para mover a Tino que es medio un bardo, pero técnicamente ya está.
La francesa está durmiendo en mi cama, hoy es nuestra última noche juntos. Un poco lloró, pero creo que va a terminar extrañando más al perro que a mí.
Quedate tranquila, no te voy a pedir una noche.
(Había cerrado esa oración con: “te voy a pedir todas.” pero lo borré porque todavía estoy muy, muy caliente).
Déjame acompañarte en esto. Quiero estar con vos, contenerte. Independientemente de lo que fuimos y las boludeces que hice (/hicimos), nos queremos mucho por fuera de ser ex novios. Dejame cuidarte y distraerte y estar para vos.
El miércoles mismo, si vas para lo de tu mamá, me gustaría encontrarte ahí. Sé que hay decenas de cosas que hablar sobre nosotros, pero ahora no me parecen para nada prioritarias. De todas formas, si preferís no tenerme cerca simplemente porque no querés, o porque te va a hacer mal, o a agregarte un problema, te voy a entender. Cómo no te voy a entender.
Perdón por no terminar de dar el salto hacia vos. Ahora el espacio en el medio parece tanto más grande, vos tanto más lejos.
Lamento en el alma lo que me contás. Supongo que todas estas preguntas de por qué el mundo es tan injusto y qué nos hace merecedores de tanta mierda ya te las hiciste.
Te quiero, Benicio. Tengo mucho amor acá que es tuyo y, por más intente, no se lo puedo dar a nadie más. Dejame llevártelo el miércoles, así sea solamente para acompañarte.
Dejame acompañarte, no voy a hacer el proceso menos doloroso ni los resultados más felices, pero nadie puede solo.
Avisame, por favor.
Te quiero, otra vez.
Y siempre.
Acabo de darme cuenta (sí, un año después) de que nunca te respondí el mail. Como cuando llegué te llamé por teléfono y después nos seguimos hablando por ahí, me quedó en la bandeja de entrada huérfano de contestación.
Voy a aprovechar para agradecerte, porque decirte: “sí, acompañame” queda obsoleto después de todo lo que hiciste y estás haciendo por mí.
No sé cómo podría haber encarado esta pesadilla sin tu ayuda. Sos incondicional, de fierro, la columna que me sostiene. Vivimos tantos momentos críticos y sin embargo tu entereza jamás dejó que la mía se diluyera. Sos la nafta que necesito cuando me despierto, mi motorcito.
A veces me siento mal porque pienso que te estoy consumiendo mucho tiempo y energía, pero no puedo hacer otra cosa. Me hiciste mucha falta. Soy como los soldados que en Malvinas se cagaron de hambre y cuando volvieron se dieron panzadas de comida. Me desespera pensarme sin vos, no quiero volver a pasar por el proceso horrible de extrañarte.
Nuestro tiempo lejos me hizo aprender a valorarte. “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde” se me podría haber ocurrido a mí después de lo que viví cuando no dormías conmigo. Me hace feliz que nos hayamos encontrado dos veces, primero gracias al destino, después gracias al amor.
Ningún trabajo me va a dar nunca lo que me das vos.
El futuro va a ser difícil y todavía queda mucho camino por delante en la enfermedad de mi vieja, pero saber que vas a estar dándome la mano durante todo el proceso es el mejor regalo que tuve y tengo.
Te amo, mi amor.
Gracias.
Benicio.
p.d. Sí, odio que Tino prefiera dormir de tu lado de la cama, pero no te lo voy a reconocer nunca. Igualmente, cómo no entenderlo, sos vos.
Qué suerte que nos tenemos.
Te amo, pelotudo.
Che, ¿te querés casar conmigo?
Ya sé que anoche me dijiste que sí pero, digo, ¿seguís queriendo? Ahora no tenés la presión de la cena y el anillo y yo llorando.
Te adjunto una foto de Brad Pitt para que lo pienses mejor. ¿Vos viste ese pelo rubio?
Confirmame a la brevedad que tendré un 2016 muy ocupado.
Saluda atentamente,
Benicio M.
p.d. sí, estoy aburriéndome en el trabajo.
SÍ, SÍ, UN MILLÓN DE VECES SÍ.
*se suena la nariz con el presupuesto 2016 de la empresa*
Este intercambio se imprimió y se cosió a varios otros que podés encontrar en nuestro primer libro. Conseguilo hasta el 6 de junio acá.